Los seres vivos están sujetos a multitud de cambios internos y externos a lo largo de su existencia, tanto como seres individuales como especie. El cambio es una exigencia de la vida.
La forma en la que percibimos el transcurso del tiempo los seres humanos nos facilita ver como los seres vivos y la naturaleza siempre está variando. Cada organismo dispone de sus propios ritmos de variaciones; una Palma, por ejemplo, tarda muchos años en crecer; una bacteria, en cambio, se reproduce cada veinte minutos. Al nacer tienen un aspecto pero a medida que crece cambian se transforman hasta llegar a su forma adulta definitiva.
Nada en la naturaleza es exactamente igual que minutos antes o después, incluidos nosotros. Sin embargo, cada ser vivo parece igual, aunque solo sea aproximadamente.
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